martes, 28 de abril de 2015

De la vida aprendí...

Una mañana comprendí que la felicidad no debe posponerse y entonces me dispuse a ser feliz. Descubrí que una buena vida no es la de aquel que no tiene problemas, si no de quien los tiene y ha aprendido a enfrentarlos. 

 Me he equivocado miles de veces, pero quien no se equivoca no aprende, no intenta. He tocado fondo y de ahí me he levantado con las fuerzas que de cada caída me restan, aprendí que si no aprendiste bien una lección, la vida te la repite hasta que una mañana abres los ojos y te das cuenta de lo mucho que las has “cagado” y es entonces cuando aprendes.

Es valioso tener valores pero literalmente creo que el amor, la honestidad, la humildad y la generosidad te ayudan a llegar más lejos. No es tan importante convencerse, si no tener convicciones defendiendo siempre tus ideales.

No puedes ser rico siendo pobre, pobre de pensamiento, pobre de cariño, aquel que pretende ser grande teniendo un corazón vacío no llegará a ningún lado. No demos subestimar a nadie ni tampoco sobrestimar a todos; aprendí que nadie debería sufrir por culpa de alguien más, porque sufrir es decisión nuestra. En pocas palabras; el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional.

Ahora puedo decir que algo más triste que el odio es la falta de amor. No debemos dejar que nuestro mundo se llene de problemas o quedará poco lugar para nuestras soluciones. Puede que yo no cambie al mundo, pero no por eso dejaré que el mundo me cambie a mí.

Aprendí que soy única como todos y que la gente me quiera tanto como yo me quiero sería simplemente fabuloso, pero no puedo caerle bien a todos y no todos llegarán a quererme, y en realidad no importa mucho porque aprendí también que lo más valioso es aprender a quererse a uno mismo y eso puedo asegurar que la vida me lo ha enseñado bien. 






 Y después de todo…



 Pensándolo bien, en este momento he aprendido que no he aprendido nada comparado con todo lo que se puede aprender en esta vida…

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